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De pérdidas y perdedores

Por: Roberto Fernández

 

Aunque ningún miembro del personal de los equipos que componen las liga de béisbol profesional de República Dominicana ha señalado cuánto, era una costumbre, que al finalizar la campaña, alguien, presidente principalmente, se quejaba de las perdidas en el negocio, naturalmente la mayoría de las veces lo hacían los que no clasificaban a la parte final del campeonato, momento que se dice es el verdadero generador de beneficios.

Parece que eso es cosa del pasado o responde a una mejor política de relaciones publicas, ya que la imagen que terminó creándose la liga, luego de años y años con ese lamento, fue la de que los propietarios de esas franquicias estaban exagerando y en algunos casos hubo gente que insinuó que realmente mentían.


“¿Por qué no venden entonces?” se preguntaban comentaristas y fanáticos y nadie contestaba, dando cabida a suponer varias probabilidades: que los patrones de nuestro béisbol son muy “sacrificados”, que aman al apasionante deporte y son “desprendidos”, en última instancia se especulaba lo que escribí al final de último párrafo: que son unos “mentirosos” Que se sepa el único equipo cuyos propietarios construyó y mantiene su estadio desde sus inicios y hasta hoy es el de los Toros de la Romana, del Este, como mejor se le conoce, a menos que esto forme parte de una leyenda que se cree desde siempre, lo digo porque aquí a cualquiera lo desmienten, ya que existen conocedores de secretos de nuestra pelota que uno ni sabe ni imagina y te dicen: “Estás en el limbo mi hermano”.

Fuera de los Azucareros, como también nombran a este conjunto, los demás equipos no tienen estadio propio, el Julián Javier, Tetelo Vargas, Cibao y Quisqueya (hasta que le cambien el nombre) fueron construidos con dinero estatal, son administrados con dinero estatal, por lo que hay una inversión constante en mantenimiento que ha levantado fuertes criticas desde tiempos inmemorial porque, alegan los quejosos, es a los usuarios mas constante que debía tocarle ese apartado, es decir, a los “sacrificados-desprendidos- mentirosos dueños”.

Ya no se dice o escribe nada sobre el consumo de energía eléctrica en esas instalaciones durante la celebración del torneo, pero eso era otro tópico que molestaba a los jerarcas del béisbol criollo cuando se lo mencionaban, debido a que se aseguraba que el Estado asumía ese renglón también, imagínense eso en el país de los apagones, aunque parece que eso a variado un poco, tendría que asegurarme preguntándole a los “conocedores de secretos de la liga”.

Algunos presidentes o gerentes de los conjuntos que forman la liga aparecieron recientemente revelando la inversión en varios aspectos para mejorar su negocio como instalación de pizarras, trabajos en los terrenos, entre otros, pero no aclaran cuánto gastaron y si fueron solo ellos o el Estado metió su mano como siempre, me expreso así porque mientras se anunciaban estas mejorías en un par de sedes, otros amos de otras escuadras se quejaban de que “todo es para el Quisqueya o el Cibao”, pero eso se quedó ahí, evidentemente han mejorado las relaciones publicas de la liga o se han puesto de acuerdo en no gritar tanto.

Es que nadie en su sano juicio  puede creer el alegato de las pérdidas económicas en una actividad que involucra por dos meses a todas las franquicias, por cerca de un mes más a los cuatro que clasifican al Todos contra Todos y a la final a los dos que se disputan el trofeo y durante el cual se produce un gran despliegue publicitario.

Que los estadios luzcan vacíos cuando no involucran a los exitosos equipos Liceo y Águilas no es culpa de ellos, ya que si estos se preocupan por presentar un buen escuadrón, concentrado, competidor, aguerrido, ganador, lo que deberían hacer los demás es imitarlos, crear su propia mística, crear su publico, para que éste (el que paga) no abandone el escenario tan pronto advierta que lo que le prometieron en rueda de prensa y demás bla bla bla no se cumplen en el terreno.

Esa si es una razón creíble de perdidas para los espectadores, la de que si usted es un perdedor en el campo de juego no puede ser un ganador en las finanzas, no puede pretender que los fanáticos asistan durante la serie regular, mas aun cuando se ha permitido extender la creencia de que la verdadera “liga” arranca a finales de diciembre y en enero.

En eso nos hemos equivocado muchos, porque las estadísticas establecen un dato muy revelador: de 52 torneos celebrados a la fecha, sólo ocho veces ha ganado el cetro el equipo que clasifica sin ocupar uno de los primero dos lugares de la vuelta regular y, fuera de las Águilas, Tigres y Leones ningún otro lo ha logrado, Las Estrellas con dos coronas hasta ahora, lo lograron quedando segundos en 1954 y primeros en 1968, por su parte, los Toros lograron salir airosos en 1995 no sin antes encabezar el primer ciclo.

Treinta veces el primero y catorce veces el que queda en segundo lugar han dominado a la liga y aunque no sea una ley ocupar estos puestos para ganar, parece casi una regla, porque con ello es que se logra respeto ante los contrarios, con ello usted logra que el fanático asista y con ello los dueños quizás algún día pidan menos.
 

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